
A menudo me encuentro trabajando con mis clientes en el “soltar , resignificar y reconstruir”, procesos indispensables para nuestro avance y desarrollo, porque si lo que realmente queremos es superar nuestras barreras, nuestras creencias limitantes y viejos patrones que llevamos como mínimo “un buen tiempo” con ellos en “piloto automático”, toca hacer lo que llamo “the deep clean”, un verdadero trabajo de fondo.
Pero no ha sido hasta que “todo este caos” que estamos viviendo este año y que hará al 2020 un año “imborrable” en la memoria colectiva por mucho tiempo, que dos emociones han aparecido de forma sistemática y muy intensa: La tristeza y la ira.
Realmente estas emociones son las dos caras de una misma moneda, y por la profundidad y complejidad de cada una de ellas, he decidido que te compartiré claves y hallazgos recientes importantes que he estado teniendo, en dos post separados, porque sino me quedaría aquí algo más parecido a un libro y lo que mi objetivo es que puedas integrar e implementar en tu vida lo que aquí te comparto.
Así que dicho esto, hoy te voy a compartir mis “últimos descubrimientos” sobre la tristeza.
De acuerdo al Informe mundial de la felicidad de 2019 , los sentimientos negativos están aumentando en todo el mundo, siendo Estados Unidos y gran parte de Europa particularmente afectados por una «epidemia de adicciones».
Es revelador que el informe también muestre una brecha de felicidad cada vez mayor, con algunas personas reportando mucho más bienestar y otras mostrando mucho menos dentro de cada país.
Lo cierto es que la tristeza no se suele valorar en nuestra cultura occidental. Por regla general, los libros de autoayuda se dedican a promover los beneficios del pensamiento positivo, la actitud positiva y los comportamientos positivos, etiquetando la tristeza como una «emoción problema» que debe mantenerse a raya o eliminarse.
Sin embargo, nuestra evolución sobre este pequeño planeta azul, debe haber tenido algo más en mente, o la tristeza aún no estaría con nosotros. Estar triste de vez en cuando tiene algún tipo de propósito para ayudar a nuestra especie a sobrevivir.
Sucede que, aunque otras de las llamadas «emociones negativas», como el miedo, la ira y el disgusto, parecen claramente adaptativas, preparando a nuestra especie para la huida, la lucha o la evitación, respectivamente, los beneficios evolutivos de la tristeza han sido más difíciles de comprender … hasta hace poco por la ciencia.
Gracias a las imágenes por resonancia magnética funcional y la proliferación de la investigación del cerebro, los científicos han comenzado a descubrir más sobre cómo la tristeza funciona en el cerebro e influye en nuestros pensamientos y comportamiento. Aunque la felicidad sigue siendo deseable en muchas situaciones, hay otras en las que un estado de ánimo levemente triste confiere importantes ventajas.
Los hallazgos de mi propia investigación sugieren que la tristeza puede ayudar a las personas a mejorar la atención a los detalles externos, reducir los prejuicios críticos, aumentar la perseverancia y promover la generosidad. Todos estos hallazgos son algunas de las demostraciones de las diferentes funciones que tiene la tristeza en nuestras vidas ya que éstas, son también funciones adaptativas y, por lo tanto, es deseable que aprendamos a aceptarlo e incorporarlo como un componente importante de nuestro repertorio emocional.
Y te estarás preguntando…. pero Samantha, cómo puedo utilizarlas a mi favor? ¿Cuáles son las lecciones o “activos” que dices que todos podemos aprender de ella?
Bueno, aquí te cuento los 4 activos principales que yo misma he podido constatar a través de mi proceso de “no rechazarla” y de mis propias investigaciones científicas al respecto, publicadas todas ellas en la Greater Good Magazine de la Universidad de Berkeley.
Los 4 activos Principales de la Tristeza:
1. La tristeza puede mejorar tu memoria.
Joseph P. Forgas, Ph.D. que es un reconocido profesor de psicología de la Universidad de New South Wales en Sydney, Australia y autor de numerosos libros entre ellos The Message Within: The Role of Subjective Experience In Social Cognition And Behavior, ha realizado diversos experimentos sobre este tema, muy interesantes siendo uno de los principales pioneros en el conocimiento científico sobre los beneficios que nos brinda la emoción de la tristeza y su rol en nuestra evolución.
Él descubrió que, en los días lluviosos y desagradables que producen mal humor, las personas recordaban mucho mejor los detalles de los objetos que habían visto en una tienda. En días brillantes y soleados, cuando la gente se sentía feliz, su memoria era mucho menos precisa en una situación idéntica. Parece que el estado de ánimo positivo deteriora y el estado de ánimo negativo mejora la atención y la memoria para detalles incidentales de nuestro entorno.
En otro experimento, junto a su equipo, mostró a los participantes una foto de la escena de un accidente automovilístico o de una fiesta de bodas.
Más tarde, les pidió a los participantes que recordaran recuerdos felices o tristes de su pasado para cambiar su estado de ánimo. Luego les hicieron algunas preguntas sobre las fotos, que fueron manipuladas para que las preguntas contengan o no información engañosa o falsa, del tipo «¿Viste la señal de alto en la escena?». Cuando no había ninguna señal de alto, solo una señal de rendimiento.
Más tarde probaron la memoria de los testigos presenciales y descubrieron que los participantes con un estado de ánimo negativo, eran capaces de recordar con mayor precisión los detalles originales, ignorando la información engañosa, mientras que los participantes con un estado de ánimo positivo cometían más errores.
Este experimento apunta a un hecho psicológico básico y es que, lo que recordamos sobre el pasado puede ser alterado en gran medida por la desinformación posterior. Parece que el estado de ánimo negativo reduce la probabilidad de que una información falsa posterior distorsione la memoria original.
Así que, estar de buen humor puede ayudarnos a mejorar nuestros recuerdos. Investigaciones como la nuestra constantemente encuentran que la felicidad puede producir un procesamiento menos concentrado y atento y, por lo tanto, aumenta las posibilidades de que se incorpore información engañosa en la memoria, mientras que un estado de ánimo negativo mejora la atención a los detalles y da como resultado una mejor memoria.
2. La tristeza puede mejorar el juicio.
Como humanos constantemente hacemos juicios, tratando de leer las señales sociales para comprender y predecir los pensamientos y comportamientos de los demás. Desafortunadamente, estos juicios a menudo son incorrectos, en gran parte debido a una serie de atajos y sesgos que pueden llevarnos por mal camino.
Sistemáticamente se ha encontrado que, las personas son más propensas a cometer errores de juicio sociales debido a prejuicios cuando se encuentran en un estado de felicidad. En el experimento, cuando se pidió a los participantes felices o tristes que detectaran el engaño en declaraciones grabadas en videos de personas acusadas de robo (que eran culpables o no culpables), los participantes con estados de ánimo negativos tenían más probabilidades de emitir juicios de culpabilidad, pero también es cierto, que eran significativamente mejores en distinguir correctamente, entre sospechosos engañosos y veraces.
En otro estudio, los participantes calificaron la verdad probable de 25 declaraciones de conocimiento general verdaderas y 25 falsas. Luego, se les preguntó si cada afirmación era realmente cierta. Dos semanas después, solo los participantes tristes pudieron distinguir correctamente entre las afirmaciones verdaderas y falsas que habían visto anteriormente. Aquellos en estados de ánimo más felices tendían a calificar todas las afirmaciones previamente vistas como verdaderas, lo que confirma que un estado de ánimo feliz aumenta, y un estado de ánimo triste reduce, la tendencia a creer que lo que es familiar, es realmente cierto.
Los estados de ánimo tristes reducen otros prejuicios de juicio comunes, como el «error fundamental de atribución», en el que las personas atribuyen intencionalidad al comportamiento de los demás sin tener en cuenta los factores situacionales, y el «efecto halo», en el que los jueces tienden a asumir que una persona tiene alguna característica positiva: como una cara bonita, es probable que tenga otras, como bondad o inteligencia. Los estados de ánimo negativos también pueden reducir otro sesgo de juicio, los efectos de primacía, cuando las personas ponen demasiado énfasis en la información inicial e ignoran los detalles posteriores.
Por lo tanto, el estado de ánimo negativo puede mejorar la precisión de los juicios de formación de impresiones al promover un estilo de pensamiento más detallado y atento.
3. La tristeza puede aumentar tu motivación.
Cuando nos sentimos felices, naturalmente queremos mantener ese sentimiento de felicidad. La felicidad nos indica que estamos en una situación familiar y segura, y que se necesita poco esfuerzo para cambiar algo. La tristeza, por otro lado, opera como una leve señal de alarma, provocando más esfuerzo y motivación para hacer frente a un desafío en nuestro entorno.
Por lo tanto, las personas que son más felices a veces están menos motivadas para emprender la acción en comparación con alguien con un estado de ánimo negativo, que estará más motivado para esforzarse por cambiar su estado desagradable.
Eso explica del por qué si algo realmente “no te duele demasiado y/o no has tocado fondo”, la transformación en la persona suele ser más difícil y, por el contrario, “a mayor dolor, mayor transformación”, puesto que nuestra naturaleza se mueve tratando de perseguir el placer o evitando el dolor, aunque este último por nuestra misma condición humana, nos impulsa mucho más que el primero usualmente.
Para corroborar esto, Joseph P. Forgas recientemente ha hecho una prueba donde mostraba a los participantes algunas películas felices y tristes.
Luego les asignaba una tarea cognitiva exigente con muchas preguntas difíciles. No había límite de tiempo, lo que le permitió medir su perseverancia evaluando el tiempo total que dedicaron a las preguntas, el número que respondieron y el número que respondieron correctamente. Encontramos que los participantes que estaban contentos pasaron menos tiempo, intentaron menos elementos y obtuvieron menos respuestas correctas que los participantes que puso en un estado de ánimo negativo, siendo éstos los que espontáneamente hicieron más esfuerzo y lograron mejores resultados.
Esto sugiere que un estado de ánimo triste puede aumentar y el estado de ánimo feliz puede reducir la perseverancia en las tareas difíciles, posiblemente porque las personas están menos motivadas para esforzarse cuando ya experimentan un estado de ánimo positivo. El estado de ánimo triste, a su vez, puede aumentar la perseverancia a medida que las personas ven mayores beneficios potenciales de hacer un esfuerzo.
4. La tristeza puede mejorar las interacciones, en algunos casos.
En general, la felicidad aumenta las interacciones positivas entre las personas. Las personas felices son comunicadores más serenos, asertivos y hábiles; también son más entusiastas, pasionales, sonríen más y, en general, se les percibe como más agradables y simpáticos que a las personas tristes.
Sin embargo, hay situaciones en las que se requiere un estilo de comunicación más cauteloso, menos asertivo y más atento, en ese caso, un estado de ánimo ligeramente triste, puede ayudar mucho más.
En un estudio que realizó hace 4 años la Universidad de Berkeley, a los participantes que vieron por primera vez películas felices o tristes, se les pidió inesperadamente que fueran a solicitar un archivo a una persona en una oficina vecina. Sus solicitudes fueron grabadas subrepticiamente por una grabadora oculta. Los análisis mostraron que el estado de ánimo triste producía solicitudes más corteses, elaboradas y protectoras, mientras que los que estaban felices usaban estrategias más directas y menos corteses.
¿Por qué sería esto? En situaciones interpersonales inciertas e impredecibles, las personas deben prestar mayor atención a los requisitos de la situación para formular la estrategia de comunicación más adecuada. Deben poder leer las señales de la situación y responder en consecuencia. Las personas tristes se centran más en las señales externas y no se basan únicamente en sus primeras impresiones, en las que las personas felices tienden a confiar más.
En otros experimentos, encontramos que las personas con un estado de ánimo triste también son más persuasivas, producen argumentos más efectivos y concretos para respaldar su posición y son más capaces de convencer a otros que las personas con un estado de ánimo positivo.
Otras conclusiones muy interesantes surgen de algunos experimentos de ciencias sociales, en donde concretamente en uno de ellos, los investigadores han usado el juego del ultimátum para estudiar cosas como la cooperación, la confianza y la generosidad.
En este estudio, dieron dinero a los jugadores y les dijeron que asignaran todo lo que quisieran a otra persona que tenga el poder de aceptar o rechazar la oferta. Si la oferta es rechazada, ninguna de las partes obtiene nada. En investigaciones pasadas se ha encontrado que, aquellos en el rol de donantes no son impulsados simplemente por maximizar los beneficios para ellos mismos. Sin embargo, el impacto del estado de ánimo en tales decisiones no se había medido previamente y justamente eso es lo que se propuso hacer este experimento.
Un grupo de científicos les pidió a los participantes que jugaran al juego del ultimátum después de haber sido inducidos a sentirse felices o tristes. Entonces, midieron cuánto tiempo les tomó tomar sus decisiones de asignación y cuánto dieron. Aquellos en estados de ánimo tristes, dieron significativamente más a los demás que las personas felices y tardaron más en tomar sus decisiones, lo que sugiere que prestaron mayor atención a las necesidades de los demás y fueron más atentos y reflexivos al tomar sus decisiones.
Además, cuando los investigadores observaron a los receptores en el juego, encontraron que los que estaban tristes también estaban más preocupados por la justicia y rechazaron las ofertas injustas más que los que estaban felices. En otras palabras, el estado de ánimo también puede influir en el egoísmo y la justicia.
La tristeza no es depresión
Este es un concepto que es necesario dejar en claro y que es muy importante diferenciar.
A pesar de que se ha hablado mucho de los innumerables beneficios de la felicidad, es importante considerar que la tristeza también puede ser beneficiosa. Las personas tristes son menos propensas a errores de juicio, son más resistentes a las distorsiones de los testigos oculares, a veces están más motivadas y son más sensibles a las normas sociales. También pueden actuar con más generosidad.
Por supuesto que los beneficios de la tristeza, también tienen sus límites.
La depresión, es un trastorno del estado de ánimo definido, al menos en parte, por períodos prolongados e intensos de tristeza y puede ser debilitante.
En ningún momento estoy sugiriendo (ni tampoco sugieren los estudios mencionados), que deberíamos intentar inducir a la tristeza como una forma de combatir el deterioro de la memoria, por ejemplo. No existe ninguna investigación que confirme los beneficios de hacer esto, siendo incluso algo delicado que puede llegar a ser muy perjudicial si no se lo sabe manejar.
Pero mi experiencia como profesional así como todas las investigaciones que he hecho, muestran como los estados leves y temporales de tristeza que naturalmente se experimentan en nuestras vidas, pueden ser beneficiosos altamente beneficiosos y enriquecedores para manejar diversos aspectos de nuestras vidas.
Quizás por eso, aunque sentirse triste puede ser difícil, muchos de los mayores logros del arte, la música y la literatura en todas las culturas, exploran el panorama de la tristeza.
Es sabido que en verdad, todos sistemáticamente procuramos experimentar todas las emociones en nuestro día a día, ya sea a través de emociones generadas por experiencias o sucesos propios o ajenos. Es por eso que por ejemplo, nos vinculamos y buscamos sentir la tristeza, al menos de vez en cuando, escuchando canciones tristes, melancólicas, viendo películas tristes como algún drama o leyendo libros tristes.
Esta emoción hace parte y se encuentra arraigada a un estado mucho más profundo que viene de nuestro subconsciente colectivo e individual: el contacto con la muerte y con el dolor de la pérdida. Incluso, el dolor de nuestro propio crecimiento y evolución a lo largo de nuestras etapas de la vida y el miedo a la incertidumbre que experimentamos cuando estamos dando un salto cuántico en alguna o todas áreas de nuestra vida.
La teoría evolutiva, sugiere que debemos aceptar todas nuestras emociones, ya que cada una tiene un papel importante que desempeñar en las circunstancias adecuadas. Entonces, aunque puede buscar formas de aumentar la felicidad, te invito a que abraces y te permitas sentir y crecer con tu tristeza cuando esta aparezca en tu vida. Sin duda, está ahí por una buena razón.
Para integrar de una manera diferente, más kinestésica-emocional si se quiere, quiero dejarte este pequeño audio cuento titulado “La tristeza y la furia” del reconocido y célebre Jorge Bucay, uno de mis autores favoritos en esta materia.
Espero que lo disfrutes escuchando tanto como yo y, quizás puedas encontrar algunas respuestas llevas algún tiempo buscando.
En el siguiente artículo te hablaré sobre cómo puedes conducir positivamente la ira para que se convierta en un motor y un aliado hacia el camino de tus propósitos, porque por más “oscuras” que puedan parecer estas emociones, todas tienen también un lado positivo.
Continúa evolucionando, Sigue revolucionando. _/\_
Con afecto,
Samantha,
PD: Si te ha interesado esta perspectiva y deseas profundizar más, te invito a que te descargues mi rutina diaria esencial de 3 minutos y que comiences a crear la vida que quieres.
